ABC

21 enero, 2019

Dolor de Cataluña

Mientras el elenco de Joglars, con un Ramon Fontseré magistral, en un papel para la historia, evolucionaba, como suele decirse en estos casos, sobre la tarima inclinada del escenario del María Guerrero, mi fascinación ante semejante virtuosismo fue dando paso a un sonrojo que al cabo mudó en indignación.

Ahí estaban, encarnados en una cuadrilla de burócratas, todos los arquetipos del auca del procés, un clan de realísimos fantoches cuyo patetismo pone en evidencia la mirada sensata del guarda jubilado de un museo, trasunto de Santiago Rusiñol. Están todos: el reportero inglés untado para la causa, más independentista que nadie y siempre presto a la dentellada a quien no rinda culto a la nación, un Matthew de los muchos que pululan en torno a la cultureta; la charnega convertida, que encuentra en el culto a la nación un ascenso en su estatus, que permite por la vía gozosa de la Uve en la Diagonal y en el catalán puntilloso enterrar en el profundo sótano de la memoria a los abuelos chabolistas.

Desfilan las proclamas supremacistas, tan tontainas y evidentes, publicitadas por historiadores y arqueólogos que ya no pueden tener más público que el de nuestros davidianos. Ahí convergen el cráneo primordial del Dr. Robert con las circunvalaciones únicas y diferenciales de los pliegues del ano autóctono, homenaje a una idiosincrasia muy nostrada con tirada escatológica.

En fin, que sí, que todos nos reímos mucho y los catalanes, más. Pero nosotros con una punzada de dolor. Porque la tribu no deja de ser la nuestra y esa gente, nuestra gente. Que es muy fácil decir «bueno, esos no somos nosotros, sino los independentistas». Pero por más que la compañía sea catalana y los actores, Fontseré en particular, más de socarrel que la botifarra amb mongetes, a una de Sants le duele el cachondeo y piensa que todo ese sarcasmo en vena es en casa donde se necesita. Esa obra es para que aúllen los propios mirándose al espejo y no para que se partan la caja en Madrid. Este enema purificador hace más falta en Gracia que en las Salesas. Y no lo vamos a ver.

Publicado en ABC el 21 de enero de 2019