CARTA ABIERTA A JOSEP MARIA POU

11 junio, 2018

El general afecto

Reciba mi más cordial felicitación por haber sido elegido Catalán del Año, uno de esos galardones que trascienden el oficio para rubricar la estima, el afecto y la complicidad de eso que damos en llamar, a menudo con una injusta mueca de altanería, público general. Es probable, en efecto, que muchos de los lectores (¿o habrá que decir usuarios únicos?) que le han votado no sean entendidos en teatro ni aficionados a él, pero ello sólo supone que, además de tenerle por un gran hombre de la cultura (o quién sabe si con independencia de esa virtud), le consideran un tipo excepcional. Y pocos hombres logran hollar esa cima.

Como modesta espectadora, no puedo sino congratularme de que el premio case con un actor imponente, que ha honrado la profesión y, en definitiva, el gusto por el trabajo bien hecho, en escenarios, estudios y platós; en las grandes atalayas, sí, pero también en los modestos pedestales, y que se ha significado, asimismo, como un formidable embajador de su gremio. Su fértil labor divulgadora (muy especialmente, la que ha llevado a cabo en torno a la didáctica del musical) ha contribuido en buena medida a sumar adeptos a ésa y otras causas.

Sin menoscabo de esa excelencia, que trasluce en su reciente Ahab, sí, pero también en el hostelero Manel de Estació d’enllaç; en Amic/Amat de Ventura Pons o el Lear de Bieito, de acuerdo, pero también en el inspector Ferrer de Policías, querría destacar su semblante cívico.

Recuerdo, en este sentido, que no hace mucho hizo públicos los absurdos recelos que despertó entre los popes del nacionalismo el hecho de que Tony Kushner, el autor que estrenara el Nacional, no fuera catalán (ah, aquel su memorable Roy Cohn, de todo hace ya más de 20 años). Y tengo presente, cómo no, todas las ocasiones en que, a despecho de la corriente hegemónica en Cataluña, ha manifestado su incomodidad ante ese presunto clamor de unanimidades que ha provocado en nuestra comunidad una honda fractura social. No tengo la menor duda, en fin, de que intepretaría usted a la perfección a cualquier personaje, célebre o no, que en la historia haya nadado a contracorriente. En cierto modo, es el papel que, con suprema elegancia, viene desempeñando en la vida.

Teresa Giménez Barbat, eurodiputada del Grupo Alde y miembro de la Comisión de Cultura y Educación