ABC

5 agosto, 2017

El perdón de los agravios

El narcisismo nacionalista se nutre de agravios que ni siquiera tienen que ser reales. En Cataluña rozamos el conflicto civil y si queremos construir una sociedad en paz tenemos que emplear mecanismos para superarlos. En la conferencia de la sociedad internacional para el estudio de las diferencias psicológicas individuales, celebrada este julio en Varsovia, la joven investigadora Katarzyna Hamer sugirió uno de estos posibles mecanismos, dentro de su ponencia acerca del rol de la identificación nacional en el perdón de agravios históricos.

La conclusión principal de los estudios es que el perdón hacia grupos que cometen agravios históricos -como rusos y alemanes con respecto a los polacos en la Segunda Guerra Mundial- está condicionado por el carácter dual de las identificaciones nacionales en los individuos. Una parte de esta identificación es «etnocéntrica», se asocia con el carácter distintivo de las identidades y predice menos capacidad para perdonar. Pero otra parte es «supranacional» y se asocia a identidades superiores al propio grupo, como la Humanidad o la Unión Europea. Esta identificación supranacional predice mayor capacidad de los individuos para perdonar agravios históricos cometidos por grupos a los que se percibe formando parte de esta identidad superior.

Si aspiramos a un futuro de paz y cooperación debemos fortalecer las identidades superiores de pertenencia. En el caso catalán, la española, hogar de la mayoría de nuestros familiares y amigos; y en conjunto, la europea. Las identidades locales, nacionales y supranacionales intersectan y no son mutuamente contradictorias. La mayoría de las personas corrientes no son sólo «cosmopolitas». Uno puede sentirse a la vez catalán, español y europeo: se trata de identidades trenzadas. La reconstrucción de la «trama de afectos» española en el caso catalán y el cultivo de la idea de Europa son más que un proyecto romántico: es una garantía para la paz.

Publicado en ABC el 5 de agosto de 2017