ABC

16 septiembre, 2017

No es legal, es moral

Los argumentos políticos que se esgrimen contra el separatismo catalán acostumbran a ser exclusivamente legales. Se rechaza el separatismo porque contradice la Constitución y las Leyes. Estos fueron los argumentos que utilizaron el miércoles 15 en el Parlamento Europeo en el debate del Estado de la Unión tanto el jefe de la delegación española de los populares europeos, Esteban González Pons como los diputados del PSOE, Iratxe García y Juan Fernando López Aguilar. Esto está bien: ignorar la Constitución es un delito flagrante, especialmente cuando se hace con nocturnidad y total alevosía. De madrugada («¿què volen aquesta gent, que pacten de matinada?»). Pero apelar a las Leyes es insuficiente siempre, especialmente cuando al adversario no le mueven más que los sentimientos y las emociones.

Es insuficiente porque entonces bastaría con cambiar las leyes para que el separatismo resultara aceptable. «Legal» o no, «democrático» o no, lo cierto es que hay otras cuestiones importantes cuyo carácter no es legal ni económico: es moral. Yo señalaría tres de los aspectos más lamentables del objetivo separatista. El primero es su propósito, declarado y confeso, de robar a los catalanes su identidad común con el resto de los españoles. Españoles que no llegaron ayer en sus naves desde Orión, pues son nuestra familia más cercana (el 75% de los catalanes tienen al menos un abuelo del resto de España). El segundo es que con ello se invierte una tendencia histórica hacia más unión y cooperación, que está en la base de la construcción de unidades de integración que ya no hacen la guerra entre ellas por pertenecer a un mismo grupo (España, Europa). El tercero es que el separatismo contradice y debilita el proyecto común europeo, perjudicando el futuro y la paz de tantos países que podrían sufrir un previsible efecto dominó. Todo ello graves daños morales que se deben evitar.

Publicado en ABC el 16 de septiembre de 2017