ABC

23 junio, 2017

Obsesiones privadas

El PSOE de Pedro Sánchez acepta la idea de que España sea un Estado “plurinacional”. ¿Cómo puede ser que un partido que se ganó en tiempos el respeto por su moderación y centralidad acceda a una propuesta tan disparatada? Tercera Cultura ha publicado un artículo del libro Skin the Game, del ensayista y financiero Nasim Taleb titulado «El más intolerante gana. La dictadura de la pequeña minoría». A una minoría intransigente le basta un nivel muy pequeño, digamos el 3 o 4% de la población total, para que todo el mundo tenga que someterse a sus deseos. Para ello tienen que tener «skin in the game», que puede traducirse como «algo que perder» o «jugarse las habichuelas». Se le ocurrió al autor en una fiesta con invitados de muchas nacionalidades cuando descubrió que no tenía que preocuparse por si sus amigos judíos practicantes tenían refrescos adecuados porque muchos de los que se servían eran ya kosher. En el Reino Unido, dice, donde la población practicante musulmana está precisamente entre ese 3 o 4%, un alto porcentaje de la carne que se vende es ya Halal.

A los socialistas que han aceptado la presión nacionalista por atraerse votantes de izquierda quizá les parezca que lo de «plurinacionalidad» es una cesión sin consecuencias. Pero los nacionalistas tienen «skin in the game», se juegan con ello continuar siendo hegemónicos en Cataluña. No es una puntada sin hilo. Adaptarnos porque nos dé igual es permitir la instauración de realidades que carecen de base racional, científica o de rigor político: sólo sirven para afianzar agendas de poder sin aportar beneficio a la sociedad, más bien al contrario. Sí, una intolerante minoría puede controlar y destruir la democracia. Las obsesiones de cada uno son las obsesiones de cada uno. Pero si dejamos que los pertinaces se impongan, nuestra democracia se tambalea.

Publicado en ABC el 23 de junio de 2017