Estoy comprometida con el apoyo político a las personas que cambian o abandonan su religión en Europa y países vecinos, y nunca he cejado en la determinación de denunciar la persecución religiosa global, incluyendo la que afecta a la comunidad cristiana. Extiendo mi compromiso al respaldo de leyes y buenas prácticas que velen por la libertad de expresión y de pensamiento.