La estrategia europea para la juventud ambiciona dar curso a las demandas de los jóvenes europeos, mejorar el acceso al mercado de trabajo y fomentar la movilidad de los estudiantes a través de programas de formación y voluntariado.
El párrafo 13 de este informe establece que «(la Unión Europea) reconoce la importancia del asociacionismo juvenil como espacio de crecimiento de la persona y de desarrollo del sentido de ciudadanía activa”, lo me lleva a reflexionar sobre la situación de los jóvenes en Cataluña. Y particularmente, sobre el hecho de que asociaciones de estudiantes que no simpatizan con la independencia sean víctimas de agresiones y campañas difamatorias.
La Universidad Autónoma de Barcelona pretende incluso eliminar al colectivo de jóvenes de la Asociación Societat Civil Catalana del directorio de asociaciones, impidiendo así que lleven a cabo sus actividades en la universidad. Se trata esencialmente de una persecución política contra estos jóvenes, en razón de su “posición pública sobre determinados asuntos de actualidad política”, según ha reconocido la propia Fiscalía de Cataluña.
Si aspiramos a que los jóvenes europeos se sientan verdaderamente representados por la Unión es preciso escucharles, pero también proteger su libertad de asociación y expresión, muy especialmente en las instituciones educativas y culturales.