Entrevista en La Razón

Por Julio Valdeón.

Teresa Giménez Barbat, escritora y eurodiputada por UPyD, hoy adscrita a Ciudadanos Europeos, lleva años patrocinando la tercera cultura, tanto en el Parlamento Europeo como, años atrás, en el grupo de intelectuales que promovió la creación de Ciudadanos, en cuyos primeros idearios incrustó el principio de que la política debía basarse en la evidencia, y así relegar el ensimismamiento ideológico, las verdades cortadas a gusto del prejuicio. Sirva como ejemplo la polémica en la que se vio envuelta hace unos días, cuando las mismas eurodiputadas que piden el fin de las vacunas se permitieron insultar gravemente tanto a Giménez Barbat como a los científicos a los que había invitado.

Hace unos días organizó un debate sobre la llamada violencia de género y le acusaron poco menos que de negar la violencia contra las mujeres. ¿De qué hablaron en realidad y qué sucedió?

Se trataba de un acto de Euromind, el foro que promuevo en el Parlamento Europeo, en que se presentaba un estudio internacional acerca del impacto de la violencia de pareja en los hombres y en los niños, a cargo de los investigadores Joaquim Soares y Nicola Graham-Kevan. El objetivo era ofrecer una perspectiva casi inédita de la cuestión, que tuviera en cuenta, sin menoscabo de la lucha por los derechos de la mujer, el sufrimiento masculino. En suma, reconocer la naturaleza compleja y multifactorial del problema, sin restringir el enfoque de género a un solo sexo. Un corresponsal español en Bruselas que no acudió al acto me acusó, recurriendo a unos tuits, de “cuestionar la dimensión” de la violencia contra la mujer. Una fake news en estado puro.

-¿Está usted de acuerdo con qué un sector de la sociedad parece desconfiar cada vez más de la evidencia científica? ¿A qué lo achaca?

Es probable, sí. Sin olvidar el crédito de que goza cierta ignorancia (hay quien se cree más listo por abonarse a la creencia en toda clase de conspiranoias, intereses ocultos, etc.), lo cierto es que nunca ha habido una circulación tan descomunal de mentiras como la que tiene lugar hoy en día en las redes sociales. Creo que en general se nos da mucha información pero no se nos educa en el pensamiento crítico o en los rudimentos del método científico.

-¿Qué es Euromind?

Una plataforma que pretende promover el diálogo entre la esfera política y la científica, y de ese modo favorecer el diseño de políticas basadas en la evidencia, que tengan más en cuenta hechos y menos los prejuicios ideológicos. Ya durante la creación de Ciudadanos tuve la oportunidad de incluir algunos de estos principios en nuestros primeros idearios, y ahora, como eurodiputada, he tenido la suerte de ponerlos en práctica. Es una línea de pensamiento profundamente relacionada con el liberalismo y, de hecho, aunque a ningún ponente le he preguntado por sus credenciales políticas, la mayoría han resultado ser liberales. Euromind ha traído al Parlamento Europeo a investigadores de la talla de Steven Pinker, Susan Pinker, Richard Dawkins, Anthony Grayling, Julian Baggini, Elvira Roca, Michael Shermer, Juan Luis Arsuaga, Adolf Tobeña… Es, sin duda, una de las iniciativas de las que más orgullosa me siento.

-Creo que preparan un acto muy especial en Madrid… ¿Es cierto? ¿De qué se trata?

Así es; como te decía, uno de los ponentes estrella de Euromind ha sido Steven Pinker, y tengo con él una gran sintonía. Así que le hemos invitado a disertar sobre la democracia liberal como entorno propicio para el progreso, en un acto que se celebrará el 15 de febrero en el Ateneo de Madrid.

-El otro día, y al tiempo que a usted le montaban un escándalo absolutamente artificial, una eurodiputada de Podemos apadrinó un acto contra las vacunas. ¿Qué opina?

Es indignante, de una profunda irresponsabilidad, más si cabe tratándose de una representante política, de la que debería suponerse que trabaja en favor del bien público. A mi juicio, ese tipo de discursos debería perseguirse con el mismo énfasis con que se persigue la corrupción económica. Esa charla en cuestión pretendía (y digo pretendía porque, afortunadamente, se prohibió) presentar como perniciosa la vacuna que previene el cáncer de cuello de útero, el único prevenible.

-Estas declaraciones de la vicepresidenta, Carmen Calvo: “Proteger la libertad sexual de las mujeres implica aceptar la verdad de lo que dicen. Las mujeres tienen que ser creídas sí o sí, como en cualquier otro tipo de delito. Las víctimas deben contar con la solidaridad del Estado”.

Nada que me sorprenda, viniendo del mismo personaje que ha dejado para la posteridad frases como “deseo que la Unesco legisle para todos los planetas” o “el dinero público no es de nadie”. No obstante, tan preocupante como la ignorancia que traslucen esas palabras, o el hecho de que vulneren el principio de igualdad ante la ley, consagrado en el artículo 14 de nuestra Constitución, es que se divulguen desde una cuenta de Twitter gubernamental. Veamos, el movimiento feminista es muy importante y si ser feminista es desear que las mujeres alcancen su plena emancipación, que sean libres e iguales a los hombres y no se vean discriminadas, imagino que todos somos feministas, por lo menos en nuestra parte del mundo. Ahora bien, cuando lo único que ofreces son eslóganes, cuando no te interesa el feed back con la realidad, acabas moviéndote en un marco hipertrofiado que te lleva incluso a despreciar los derechos y libertades de todos. Incluida la presunción de inocencia de media humanidad.

-El 11 de diciembre el Parlamento Europeo votó en contra del prohibir el Acetamiprid, un insecticida… ¿Por qué? ¿Y quiénes son los quimiófobos? ¿Qué pretenden?

La resolución que abogaba por la prohibición citaba una serie de insecticidas que habían sido prohibidos, y de ahí concluía que el acetamiprid también debía prohibirse; así, sin más, sin otro argumento que el prejuicio hacia los productos químicos, y desoyendo las recomendaciones de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, que ha dictaminado que este insecticida no entraña ningún riesgo, y la Agencia Europea de los Productos, que aprobó su uso en 2017. Esos organismos están al servicio de las instituciones precisamente para que las leyes se fundamenten en razones objetivas, pero hay muchos parlamentarios (que por lo general militan en los extremos, sobre todo en la izquierda radical) que sólo se apoyan en la ciencia cuando lo que ésta dice coincide con sus dogmas.

-En su lucha contra los mitos y los prejuicios usted también se ha destacado fomentando debates sobre asuntos tan dispares como el glifosato, los transgénicos, o si nos vamos a la historia, la Leyenda Negra. De hecho llevo a Bruselas a Elvira Roca Barea. ¿España lleva sufriendo 5 siglos de fake news?

Sin duda. El Imperio Español ha sido objeto de una de las grandes campañas de bulos de la historia. En ese mismo acto, intervino un genetista belga, Marteen Lamarseau, que ha demostrado que en la herencia genética flamenca no hay trazas de los españoles, lo que confirma que las violaciones masivas de la población que se achacan a los soldados españoles no son más que cuentos; eso sí, son cuentos que siguen orbitando en torno al damnificado, como satélites atrapados por la fuerza de la gravedad.

-También se ha significado mucho en tratar de explicar a nuestros socios europeos la realidad de lo que ocurre en Cataluña. ¿Diría que el relato de los independentistas es más fácil de vender y que, al mismo tiempo, nos tomaron la delantera?

Sí, pero no porque el relato sea más fácil de vender, sino porque ningún Gobierno español había hecho nada por contrarrestarlo. Rajoy dio por sentado que nadie en su sano juicio, y menos aún políticos instruidos, compraría tantas mentiras. Y fue un gran error. A la mentira hay que oponerle la verdad. Siempre. Vea, si no, el caso de mi grupo en el PE, ALDE. Durante años, mis compañeros no han tenido otros interlocutores españoles que nacionalistas vascos y catalanes, que han hecho del descrédito de España su principal actividad política. Pues bien, eso ha ocurrido en todos los lugares a los que su tenacidad y profusión de recursos económicos les ha permitido llegar. Y enfrente nunca había nadie.

-En todo el mundo prende la llama populista, el antieuropeísmo, el identitarismo cultural. ¿Hay esperanza o volvemos a los estados nación y las guerras de religiones? ¿Cómo podemos defendernos?

Todos los datos de que disponemos indican que el mundo va a mejor. Ahora bien, los fenómenos que cita nos deben servir para que tomemos conciencia de que el progreso, el bienestar y la prosperidad no son en modo alguno una tendencia natural, que hay que velar por ellos, y hacerlo, además, de forma cotidiana.

Un partido emergente, Vox, habla a menudo de la inmigración. ¿A su juicio España vive una emergencia social y económica por esta causa? ¿Y Europa? ¿Faltan o sobran inmigrantes? ¿Traen con ellos el crimen y depredan los recursos públicos y los servicios sociales o estamos ante una retórica típicamente xenófoba?

Hay que distinguir entre quienes los refugiados y la inmigración económica. Respecto a los primeros, nuestro país es solidario y además se rige por las leyes internacionales sobre DDHH. En cuanto a la inmigración económica, debemos favorecer los perfiles de individuos que mejor se avengan a nuestras necesidades y que presenten un menor potencial de fricción. Dicho lo cual, la entrada ilegal de inmigrantes es eso, ilegal, y que además se produzcan ataques a nuestra policía, tan apreciada en España, es ya intolerable. No creo que tomar medidas disuasorias contra ello sea racismo.

-En mayo hay elecciones al Parlamento Europeo. Cuáles son sus planes.

Me gustaría consolidar todas las iniciativas que he puesto en marcha. Cualquiera que conozca la complejidad del Parlamento, además, sabe que la experiencia es fundamental. En ese sentido, creo, honestamente, que soy mejor política ahora que cuando empecé.

La Razón, 14 de enero de 2019