Esta semana se ha aprobado en el Parlamento Europeo el informe de implementación del programa ‘Europa para los Ciudadanos’, del cual he sido ponente. Éste es el único proyecto de la Comisión Europea que tiene como objetivo fomentar la participación directa de los ciudadanos en la Unión y promover el diálogo entre las instituciones, las organizaciones de la sociedad civil y las administraciones.
Hemos pedido un aumento del presupuesto para hacerlo llegar a un mayor número de ciudadanos, y nunca habrá dinero mejor empleado pues les permitirá participar en proyectos de preservación de su historia así como implicarse en los retos del futuro.
Es un programa que ha sido ampliamente atacado por los euroescépticos, pues tiene un potencial enorme para esa integración ciudadana que no desean. También en el debate previo a su aprobación ha habido alguna intervención dirigida a distorsionar de manera interesada el pasado común que “Europa por los Ciudadanos” quiere proteger superando relatos y agravios históricos separadores que tanto daño hacen a la construcción de una Europa en paz y para todos. Una de las áreas del programa está dedicada a la memoria europea. Si bien no olvidaremos nunca la guerra civil y las víctimas del franquismo, tampoco lo haremos con las víctimas del terrorismo, especialmente el de la ETA ni con los crímenes que esta banda perpetró y que aún no han sido resueltos.
“Europa para los Ciudadanos” es la expresión política de que no nos resignamos a un porvenir de escepticismo, egoísmo y desunión entre los europeos. Este programa supone un llamamiento a la integración y a la solidaridad de nuestra ciudadanía.
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